Blog destinado para personas interesadas en filosofía e historia

lunes, 9 de enero de 2012

Pruebas de la Inmortalidad del Alma

El diálogo platónico llamado “Fedón”, se desarrolla durante el último día de la vida de Sócrates. Este diálogo, pertenece a una etapa de madurez de Platón, en la cual, se puede observar una madurez literaria. Sin embargo, no podemos decir que todo lo que se dice en este diálogo, sean palabras explícitas del gran maestro de Platón, ya que este ultimo, manifiesta durante todo el “Fedón”, ideas pertenecientes a los pitagóricos.
En la antigua Grecia existían dos tipos de religiones. La religión oficial, era aquella que se dedicaba al culto de los dioses Olímpicos y comienza con Homero, mientras que las religiones Mistéricas manejaban la idea sobre la inmortalidad del alma. Entre las religiones Mistéricas que habían, estaban la religión Dionisiaca, en la cual se hacía culto al Dios Dionisio y la liberación del alma se lograba con orgías y el disfrute del cuerpo. La religión Órfica buscaba la liberación del alma con la música; es decir que los participantes, entraran en una especie de “trance” con el sonido de la música, hasta llegar a un punto en el que el alma se separa del cuerpo.
Los pitagóricos buscaban esa liberación del alma, no solo con la música (como lo hacían los Órficos), sino también con la práctica filosófica.
En el “Fedón”, Sócrates da una serie de pruebas que demuestran la inmortalidad del alma, y son las siguientes:
1.- Prueba basada en la existencia de contrarios.
Según los mitos griegos, cuando una persona muere su alma se va al Hades y después regresa a la vida, es decir, de la vida nace la muerte y de la muerte la vida. Este proceso de doble generación era evidente para los griegos, ya que esto mismo pasaba con todos los fenómenos que existían.
El problema es que esta prueba, no da una muestra de que el alma sea inmortal, tan solo que la vida y la muerte  es un proceso cíclico y no implica que estando muerta, esta regrese a la vida. Un ejemplo claro de esto es que en un recipiente puede haber agua caliente y después enfriarse. Sin embargo, esto no nos asegura que después de que se enfrió el agua, esta se vuelva a calentar. Todo contrario nace de su contrario en un proceso de doble generación, y siendo vida y muerte contrarios, la vida nace de la muerte y la muerte de la vida.
2.- Prueba de la Reminiscencia.
Esta prueba menciona Sócrates, se fundamenta en el hecho de que hay cosas que el hombre ya sabía y  que tan solo recordamos. El ver por ejemplo algunos objetos, despiertan ideas sobre lo que es bello, o feo, o mejor que algo. De otra vida se obtuvieron esas ideas, como la igualdad, la justicia, la belleza, etc. Sucede también que estas ideas cuando son inmortales, porque la idea misma es perfecta por naturaleza. Los sentidos nos despiertan el recuerdo de lo igual a lo que sabemos.
El problema con esta prueba es que demuestra que el alma preexistía, pero no nos asegura que esta seguirá existiendo después de la muerte. Y con este argumento la filosofía sufre una crisis pues si no hay alguna posibilidad de vida después de la muerte… ¿de que sirve entonces la vida?
3.- Prueba de la Simplicidad.
En esta prueba Platón está influido por atomistas que dicen que hay cosas que se disuelven y mueren (compuestas) y las incorruptibles (simples). Las cosas compuestas son las que se disuelven, mueren, son contradictorias, cambiantes, diversas….el cuerpo. Las cosas simples son las que son incorruptibles, inmortales, invisibles…el alma.
El hombre se compone  de  cuerpo y alma y al morir seguirá existiendo pues su alma no morirá.
4.- Principio Vital.
Ninguna idea como esencia, acepta a su contrario. Ni las ideas ni las cosas las aceptan. La esencia del alma es la vida y su opuesto es la muerte y por lo tanto, la vida como el alma, jamás aceptarán a la muerte.

martes, 3 de enero de 2012

¿Es conocimiento la creencia verdadera justificada?

¿Es conocimiento la creencia verdadera justificada?*
Edmund Gettier

En años recientes se han hecho varios intentos de formular las condiciones necesarias y suficientes para que alguien sepa una determinada proposición. En muchos casos tales intentos pueden formularse de una manera similar a la siguiente: 1
(a) S sabe que P   (SSI) si y solo si             (i) P es verdadera
                                                                  (ii) S cree que P
                                                                  (iii) S está justificado en creer que P

Por ejemplo, Chisholm ha sostenido que lo siguiente nos ofrece las condiciones necesarias y suficientes para el conocimiento: 2
(b) S sabe que P          SSI          (i) S acepta P
                                                   (ii) S cuenta con elementos de prueba adecuados para P
                                                   (iii) P es verdadera

Alfred J. Ayer formuló las condiciones necesarias y suficientes para el conocimiento de la siguiente manera:
(c) S sabe que P          SSI       (i) P es verdadera
                                                (ii) S está seguro de que P es verdadera
                                                (iii) S tiene derecho a estar seguro de que P es verdadera

Argumentaré que (a) es falsa debido a que las condiciones allí formuladas no constituye una condición suficiente para la verdad de la proposición de que S sabe que P. El mismo argumento mostrará que (b) y (c) también fracasan si “está justificado en creer que” se sustituye por “cuenta con elementos de prueba adecuados para” y “tiene el derecho a estar seguro” a lo largo de todo el argumento.
Comenzaré destacando dos cuestiones: Primero, en el sentido de “justificado” en el que es condición necesaria para que S sepa que P el estar justificado en creer que P, es posible que una persona esté justificada en creer una proposición que de hecho es falsa. Segundo, para cualquier proposición P, si S está justificado en creer que P, y P implica lógicamente Q, y S deduce Q a partir de P y acepta Q como resultado de esta deducción, entonces S está justificado en creer que Q. Teniendo en mente estas dos cuestiones ahora presentaré dos casos en los que las condiciones formuladas en (a) son verdaderas para alguna proposición, pero al mismo tiempo es falso que la persona en cuestión sepa esa proposición.

Caso I:
Supongamos que Sánchez y Juárez han solicitado ambos cierto empleo. Supongamos también que Sánchez tiene fuertes pruebas a favor de la siguiente proposición conjuntiva:
        (d) Juárez es el hombre que obtendrá el empleo y Juárez tiene 10 monedas en su bolsillo
Las pruebas a favor de (d) con las que cuenta Sánchez podrían ser que el director de la compañía le aseguró que al final Juárez sería seleccionado y que hace diez minutos él mismo, Sánchez, contó las monedas en el bolsillo de Juárez. La proposición (d) implica lógicamente:
        (e) El hombre que obtendrá el empleo tiene diez monedas en su bolsillo.
Supongamos que Sánchez se percata de la implicación lógica entre (d) y (e) y acepta (e) con base en (d), para la cual tiene fuertes pruebas. En ese caso, Sánchez está claramente justificado en creer que (e) es verdadera.
Pero supongamos, además, que sin que Sánchez lo sepa, es él mismo quien obtendrá el empleo. Y también sin que Sánchez lo sepa, el tiene 10 monedas en su bolsillo. La proposición (e) es entonces verdadera, aunque la proposición (d) a partir de la que infirió Sánchez es falsa. En nuestro ejemplo, entonces, todo lo siguiente es verdadero: (i) (e) es verdadera; (ii) Sánchez cree que (e); y (iii) Sánchez está justificado en creer que (e) es verdadera. Pero resulta igualmente claro que Sánchez no sabe  que (e) es verdadera; ya que (e)  es verdadera en virtud del número de monedas que hay en el bolsillo de Sánchez, cosa que Sánchez no sabe, sino que cree que (e) basado en las monedas que contó en el bolsillo de Juárez, el cual Sánchez cree que es el hombre que obtendrá el empleo.

Caso II:
Supongamos que Sánchez tiene fuertes pruebas a favor de la siguiente proposición:
        (f) Juárez es dueño de un Ford.
Las pruebas que tiene Sánchez podrían ser que en el pasado, hasta donde Sánchez recuerda, Juárez siempre ha sido dueño de un coche y siempre ha tenido un Ford y que Juárez le acaba de ofrecer un “aventón” a Sánchez mientras manejaba un Ford. Imaginemos ahora que Sánchez tiene otro amigo, Benítez, cuyo paradero Sánchez desconoce por completo. Sánchez escoge tres nombres de lugar completamente al azar y construye las siguientes tres proposiciones:
        (g) Juárez es dueño de un Ford o Benítez está en Boston.
       (h) Juárez es dueño de un Ford o Benítez esta en Barcelona.
       (i) Juárez es dueño de un Ford o Benítez esta en Brest Litovsk.
La proposición (f) implica lógicamente a cada una de estas proposiciones. Imaginemos que Sánchez se percata de que cada una de las proposiciones que ha construido es lógicamente implicada por (f) y procede a aceptar (g), (h) e (i) con base en (f). Sánchez infirió correctamente (g), (h) e (i) a partir de una proposición a favor de la cual tiene fuertes pruebas. Sánchez está por lo tanto completamente justificado en creer cada una de estas tres proposiciones. Desde luego, Sánchez no tiene idea de dónde está Benítez.
Pero, imaginemos ahora que se cumplen dos condiciones más. Primero, Juárez no es dueño de un Ford, sino que actualmente conduce un auto rentado. Y, segundo, por una remotísima coincidencia, y sin que Sánchez lo sepa, sucede que el lugar que menciona en la proposición (h) es realmente el lugar donde se encuentra Benítez. Si se cumplen estas dos condiciones, entonces Sánchez no sabe que (h) es verdadera, aunque (i) (h) es verdadera, (ii) Sánchez cree que (h) es verdadera y (iii) Sánchez está justificado en creer que  (h) es verdadera.
Estos dos ejemplos muestran que la definición (a) no ofrece una condición suficiente para que alguien sepa una determinada proposición. Los mismos casos, con los cambios apropiados, bastarán para mostrar que tampoco lo hacen las definiciones (b) y (c).

(Traducción de Margarita M. Valdés y Miguel Ángel Fernández Vargas)
 

*Originalmente publicado en la revista Analysis, vol. 23, 1963.
1 Platón parece considerar alguna definición similar en el Teeteto, 201, y quizá, aceptar una en el Menón, 98.
2 Roderick Chisholm, Perceiving: a Philosophical Study, Cornell University Press, Ithaca, Nueva York, 1957, p 16.

lunes, 2 de enero de 2012

La sofística como el movimiento educador de la antigua Grecia

La sofística es un movimiento que surge para satisfacer una necesidad en Atenas y en particular, en toda Grecia.
La filosofía nace en Mileto y de ahí emigrará hacia toda Grecia, llegando tardíamente a Atenas. Sin embargo cuando la filosofía llega a Atenas sufre una transformación, pues el filósofo se comienza a preocupar por la democracia ateniense, y por el tema del hombre. De alguna manera la democracia  supone muchas cosas como la igualdad política y social, y el gobierno mismo de hombres libres, de hombres ciudadanos, con lo que se llega a constituir una ciudadanía y la concepción misma de ella. El advenimiento de la democracia, se cruza  con la tragedia y la política, preparando el terreno para el nacimiento de la sofística. Por eso se dice que esta llega a cubrir una necesidad, pues el hombre ateniense, al tener una naturaleza política, necesita educación que los sofistas ofrecen solamente a la clase aristócrata, ya que cobran por sus enseñanzas grandes cantidades de dinero. La democracia genera necesariamente una clase aristocrática  y esta es la única que tiene acceso a los sofistas.
La democracia supone la libertad individual, pues no se esta sujeto a nada excepto a la ley misma; por lo tanto, en Atenas, cada hombre se representa a si mismo, y al representarse, tiene como obligación respetar las leyes, ya que  solamente de esta manera se introduce la justicia en la sociedad, al mismo tiempo la justicia   cumple dos funciones fundamentales; regir a los hombres y servir a la democracia.
La primera generación de sofistas son los que llegan a Atenas gracias a la libertad que propicia la democracia y comienzan dando una educación que permitía convencer a través de los juicios. El objetivo de esta enseñanza era que un hombre libre, se defendiera igual que un sofista en un juicio. La aristocracia puede pagar las clases de erística y retórica que ofrecen los sofistas. Esta primera generación  tiene como fundamento la palabra, que en su etimología y en la historia puede ser que no coincida  suscitando de esta manera infinidad de problemas. Estos problemas se suscitan con la palabra “sofista”, porque en un principio designaba a un sabio, a un experto en el arte de la oratoria, maestro de la sabiduría, sin embargo en el contexto histórico, la palabra fue cambiando con el paso del tiempo, gracias a personajes como Sócrates y Platón, hasta llegar a significar deleznable,  “el arte de mentir por medio de la palabra”, “convertir un argumento débil en fuerte”.
Los sofistas fueron hombres célebres que incluso, los siete sabios míticos de Grecia les dieron el título de hombres excepcionales. Fueron educadores vinculados con los problemas de política y la educación. La sofística es por lo tanto un movimiento y no una escuela.
El problema que existe en las sociedades actuales, es que la filosofía se ha dejado a un lado, se ha ignorado por completo, se ha olvidado al hombre y la cultura. Los sofistas hicieron esta gran tarea, pues para solucionar los problemas de la polys, enseñaban la cultura y el tema central era el hombre político.
La tragedia de la sofistica ocurre cuando aparecen en la historia Platón y Aristóteles ya que quedan marginados al olvido, quizás por las falsas acusaciones de estos grandes pensadores. Pero hay que mencionar que Sócrates por ejemplo admiraba a estos hombres, y el ejemplo más claro se encuentra al comienzo del diálogo “Protágoras”, incluso Platón y Sócrates no se pueden entender sin los sofistas.
Hay que concluir diciendo que la importancia fundamental de los sofistas es que provocaron la Ilustración griega, rompen los mitos y dejan a un lado la religión para hacer preponderante a la razón.




1) Se recomiendan las siguientes lecturas para entender a la sofística como un movimiento
 1.- Werner Jaeger, Paideia: los ideales de la cultura griega, México, FCE, 1971
 2.-  Platón, Diálogos, Protágoras, Tomo I, Madrid, Editorial Gredos, 1981