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martes, 3 de enero de 2012

¿Es conocimiento la creencia verdadera justificada?

¿Es conocimiento la creencia verdadera justificada?*
Edmund Gettier

En años recientes se han hecho varios intentos de formular las condiciones necesarias y suficientes para que alguien sepa una determinada proposición. En muchos casos tales intentos pueden formularse de una manera similar a la siguiente: 1
(a) S sabe que P   (SSI) si y solo si             (i) P es verdadera
                                                                  (ii) S cree que P
                                                                  (iii) S está justificado en creer que P

Por ejemplo, Chisholm ha sostenido que lo siguiente nos ofrece las condiciones necesarias y suficientes para el conocimiento: 2
(b) S sabe que P          SSI          (i) S acepta P
                                                   (ii) S cuenta con elementos de prueba adecuados para P
                                                   (iii) P es verdadera

Alfred J. Ayer formuló las condiciones necesarias y suficientes para el conocimiento de la siguiente manera:
(c) S sabe que P          SSI       (i) P es verdadera
                                                (ii) S está seguro de que P es verdadera
                                                (iii) S tiene derecho a estar seguro de que P es verdadera

Argumentaré que (a) es falsa debido a que las condiciones allí formuladas no constituye una condición suficiente para la verdad de la proposición de que S sabe que P. El mismo argumento mostrará que (b) y (c) también fracasan si “está justificado en creer que” se sustituye por “cuenta con elementos de prueba adecuados para” y “tiene el derecho a estar seguro” a lo largo de todo el argumento.
Comenzaré destacando dos cuestiones: Primero, en el sentido de “justificado” en el que es condición necesaria para que S sepa que P el estar justificado en creer que P, es posible que una persona esté justificada en creer una proposición que de hecho es falsa. Segundo, para cualquier proposición P, si S está justificado en creer que P, y P implica lógicamente Q, y S deduce Q a partir de P y acepta Q como resultado de esta deducción, entonces S está justificado en creer que Q. Teniendo en mente estas dos cuestiones ahora presentaré dos casos en los que las condiciones formuladas en (a) son verdaderas para alguna proposición, pero al mismo tiempo es falso que la persona en cuestión sepa esa proposición.

Caso I:
Supongamos que Sánchez y Juárez han solicitado ambos cierto empleo. Supongamos también que Sánchez tiene fuertes pruebas a favor de la siguiente proposición conjuntiva:
        (d) Juárez es el hombre que obtendrá el empleo y Juárez tiene 10 monedas en su bolsillo
Las pruebas a favor de (d) con las que cuenta Sánchez podrían ser que el director de la compañía le aseguró que al final Juárez sería seleccionado y que hace diez minutos él mismo, Sánchez, contó las monedas en el bolsillo de Juárez. La proposición (d) implica lógicamente:
        (e) El hombre que obtendrá el empleo tiene diez monedas en su bolsillo.
Supongamos que Sánchez se percata de la implicación lógica entre (d) y (e) y acepta (e) con base en (d), para la cual tiene fuertes pruebas. En ese caso, Sánchez está claramente justificado en creer que (e) es verdadera.
Pero supongamos, además, que sin que Sánchez lo sepa, es él mismo quien obtendrá el empleo. Y también sin que Sánchez lo sepa, el tiene 10 monedas en su bolsillo. La proposición (e) es entonces verdadera, aunque la proposición (d) a partir de la que infirió Sánchez es falsa. En nuestro ejemplo, entonces, todo lo siguiente es verdadero: (i) (e) es verdadera; (ii) Sánchez cree que (e); y (iii) Sánchez está justificado en creer que (e) es verdadera. Pero resulta igualmente claro que Sánchez no sabe  que (e) es verdadera; ya que (e)  es verdadera en virtud del número de monedas que hay en el bolsillo de Sánchez, cosa que Sánchez no sabe, sino que cree que (e) basado en las monedas que contó en el bolsillo de Juárez, el cual Sánchez cree que es el hombre que obtendrá el empleo.

Caso II:
Supongamos que Sánchez tiene fuertes pruebas a favor de la siguiente proposición:
        (f) Juárez es dueño de un Ford.
Las pruebas que tiene Sánchez podrían ser que en el pasado, hasta donde Sánchez recuerda, Juárez siempre ha sido dueño de un coche y siempre ha tenido un Ford y que Juárez le acaba de ofrecer un “aventón” a Sánchez mientras manejaba un Ford. Imaginemos ahora que Sánchez tiene otro amigo, Benítez, cuyo paradero Sánchez desconoce por completo. Sánchez escoge tres nombres de lugar completamente al azar y construye las siguientes tres proposiciones:
        (g) Juárez es dueño de un Ford o Benítez está en Boston.
       (h) Juárez es dueño de un Ford o Benítez esta en Barcelona.
       (i) Juárez es dueño de un Ford o Benítez esta en Brest Litovsk.
La proposición (f) implica lógicamente a cada una de estas proposiciones. Imaginemos que Sánchez se percata de que cada una de las proposiciones que ha construido es lógicamente implicada por (f) y procede a aceptar (g), (h) e (i) con base en (f). Sánchez infirió correctamente (g), (h) e (i) a partir de una proposición a favor de la cual tiene fuertes pruebas. Sánchez está por lo tanto completamente justificado en creer cada una de estas tres proposiciones. Desde luego, Sánchez no tiene idea de dónde está Benítez.
Pero, imaginemos ahora que se cumplen dos condiciones más. Primero, Juárez no es dueño de un Ford, sino que actualmente conduce un auto rentado. Y, segundo, por una remotísima coincidencia, y sin que Sánchez lo sepa, sucede que el lugar que menciona en la proposición (h) es realmente el lugar donde se encuentra Benítez. Si se cumplen estas dos condiciones, entonces Sánchez no sabe que (h) es verdadera, aunque (i) (h) es verdadera, (ii) Sánchez cree que (h) es verdadera y (iii) Sánchez está justificado en creer que  (h) es verdadera.
Estos dos ejemplos muestran que la definición (a) no ofrece una condición suficiente para que alguien sepa una determinada proposición. Los mismos casos, con los cambios apropiados, bastarán para mostrar que tampoco lo hacen las definiciones (b) y (c).

(Traducción de Margarita M. Valdés y Miguel Ángel Fernández Vargas)
 

*Originalmente publicado en la revista Analysis, vol. 23, 1963.
1 Platón parece considerar alguna definición similar en el Teeteto, 201, y quizá, aceptar una en el Menón, 98.
2 Roderick Chisholm, Perceiving: a Philosophical Study, Cornell University Press, Ithaca, Nueva York, 1957, p 16.

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